Mis hijas necesitan escuchar que su mamá está orando por ellas.
Por Amy Cooper
Recientemente, le estaba dando un baño a mi hija Sadie, que sólo tiene 10 días. Ella lloró durante todo el proceso. Abigail, nuestra hija de 4 años, sostenía sus manos mientras le decía con su mejor voz de hermana mayor: “Todo está bien, mi amor. No llores”.
Traje la loción para bebés y comencé a masajear las pequeñas extremidades de Sadie. “Querido Dios, bendice los pies de Sadie. Permite que sus pies sean
hermosos y que lleven las buenas nuevas de Jesús a las personas que no lo conocen. Gracias por las manos de Sadie. Permite que las use para servir a otros. Bendice los brazos de Sadie. Que puedan extenderse para alcanzar a las personas que necesitan amor”.
Mientras oraba, escuché el inequívoco sonido del llanto de Abigail. “Abigail, ¿qué pasa? ¿Por qué estás llorando?”, le pregunté. “Tú no oras por mí de esa manera. Solamente oras conmigo cuando me voy a dormir”.
“Pero, mi amor, yo oro por ti todo el tiempo”, y agregué “Yo oro por ti cuando paso tiempo hablando con Dios y leyendo mi Biblia”.
Entonces comprendí que Abigail tenía razón y que ella no escuchaba mis oraciones excepto cuando se iba a dormir. Siempre pensé que mi esposo y yo ejemplificábamos un estilo de vida de oración para Abigail – orando por los alimentos, por protección en los viajes, por amigos que están enfermos y sufriendo. Pero Abigail necesita escucharme orando específicamente por ella. No simplemente para que duerma bien. No sólo para dar gracias a Dios por las personas que están en nuestras vidas. Ni siquiera para que conozcan mejor a Jesús. Sino una oración pidiendo las bendiciones de Dios sobre ella.
“¿Te gustaría que te masajeara con loción y orara por ti de la misma manera que lo hice con Sadie? le pregunté. Ella asintió con la cabeza. Entonces comencé a masajear con la loción su piel, como lo hacía cuando era una bebé.
“Querido Dios. Gracias por mi preciosa Abigail. Bendice sus pies para que lleven las buenas nuevas de Jesús a las personas que no lo conocen. Gracias por su corazón. Permite que se vuelva hacia ti, que sea sensible a las necesidades de otros. Gracias por su boca. Ayúdala a hablar a otros con bondad, a hablar obedeciendo a mamá y a su papá, y también a alabarte. Señor, bendice sus ojos para que siempre miren cosas buenas y hermosas. Gracias, Dios, por la mente de Abigail. Ayúdala a ser capaz de discernir entre las decisiones buenas y las malas. Gracias, Dios, por Abigail. Amén”.
Yo espero que Abigail nunca se sienta dejada de lado en las oraciones de su mamá. Una madre siempre debe orar por sus hijos, pero a veces ellos necesitan escucharlo.
Amy Cooper vive con Paul, su esposo que es pastor, y sus dos hijas en Marshall, IL