No puedo esperar que mis hijos sean más semejantes a Jesús si yo no los guío.
Por Jamie Ivey
Aaron, mi esposo, y yo decidimos que estábamos criando mal a nuestros hijos. Nos pareció que éramos demasiado severos con nuestros cuatro hijos. Mucho de esto recaía sobre mis hombros por ser la que más tiempo pasa con ellos. Mis expectativas para mis hijos siempre fueron demasiadas. No me mal interpreten. También nos divertíamos muchísimo, pero yo estaba más enfocada en las reglas que en la gracia. No me gustaba, pero una vez que se llega a ese punto es difícil retroceder.
Cuando le preguntaron a G.K. Chesterton qué estaba mal con el mundo, él contestó “Yo”. Así que reformulé la pregunta: “¿Qué está mal con mi familia?” ¿Mi respuesta? Yo. Soy egoísta. Deseo más para mí. Busco mi bienestar. Todos somos seres humanos egoístas y sin la gracia y misericordia de Jesús somos insuficientes.
Story, nuestra hija, ha tenido problemas de disciplina. Así que en esta situación apliqué el “Yo” y en lugar de orar para que mi hija fuera obediente, oré pidiendo que yo la pudiera amar más a pesar de su desobediencia. Oré pidiendo que la pudiera cubrir con amor, gracia y misericordia, no para ser demasiad blanda, sino para mostrarle a Jesús en mí. Oré pidiendo que yo recordara que tiene 3 años y que no puedo esperar que actúe como los otros hijos porque ella no tiene 5, 6 ni 7 años como tienen ellos.
Durante una semana, a medida que oraba todas las mañanas, las cosas comenzaron a cambiar. Dios comenzó a mostrarme situaciones en las que hubiera reaccionado mal pero, en su lugar, estaba calmada.
Es como si en mi casa hubiera ocurrido un milagro. Story es más obediente, feliz y simplemente alegre. ¿Todavía tiene caprichos y problemas emocionales? Sí, sigue siendo la misma criatura. Pero los superamos mejor. ¿Sigue desobedeciendo? Sí, pero lo manejamos de una manera diferente.
Si usted está en una situación similar y está luchando con uno de sus hijos, ore por usted mismo. Cada hijo pasa por etapas de problemas. Nuestra tarea como padres es guiarlos en esos momentos. Yo cambié mi corazón y Story me imita. Yo no puedo esperar que ella esté alegre si yo no estoy alegre. No puedo esperar que sea amable si yo no soy amable. No puedo esperar que sea obediente si yo no soy obediente a Dios.
Estoy agradecida a un Dios que no nos abandona y nos permite venir a Él porque por nuestra cuenta no lo podríamos hacer. Ahora mi oración es así: Dios, si hago lo que mi naturaleza pecaminosa quiere, no va a ser muy lindo. Ayúdame. Guíame. Muéstrame.
Jamie Ivey tiene pasión por seguir a Jesús, amar a su esposo, hablar sobre adopciones y tratar de ser la mejor madre posible para sus cuatro hijos que son los más lindos del mundo. Puede conocerla mejor en dreamingbigdreams.net.