Por Ed Stetzer
El mundo está cambiando, esto siempre ha sido cierto, pero quizá nunca haya cambiado tan rápido como durante las últimas décadas, y nunca ha sido más evidente que cuando se trata de asuntos de moralidad y sexualidad.
La realidad es que nosotros, como padres, tenemos la obligación de enseñar a nuestros hijos, en medio de esta cultura confundida, a tener confianza en los valores que se basan tanto en un punto de vista cristiano como en las enseñanzas de las Escrituras. Así que esta es una pregunta obvia: ¿Cómo nosotros, viviendo en la nueva moralidad, expresaremos las enseñanzas de la Biblia y un estilo de vida que honre a Dios y que esté enraizado en una moralidad bíblica? En este breve artículo yo voy a sugerir cuatro cosas.
Recuerde que nuestra identidad está enraizada en Cristo
Los niños y adolescentes que ven su identidad cristiana como una lista de reglas y regulaciones que necesitan seguir para mantener feliz a Dios o a sus padres, al final se rebelarán en contra de esas reglas o se enorgullecerán tanto de esas reglas que se convertirán en arrogantes y críticos de los demás. Si por el contrario, su identidad está enraizada en quién es Jesús y quiénes son ellos en Cristo, entonces valorarán las enseñanzas de las Escrituras, y también podrán amar a otros que tienen puntos de vista diferentes en medio de los cambios culturales a nuestro alrededor.
Avergüéncese y esté seguro de sí mismo
Necesitamos librarnos de la vergüenza y enseñar lo que enseñan las Escrituras, pero debemos hacerlo de manera tal que se reconozca que esto es diferente a lo que enseña el mundo.
Creo que estamos en un momento clave en nuestra cultura en el que apelar a mantener los valores comunes para ayudar a nuestros hijos a tomar mejores decisiones tiene menos sentido hoy que lo que tal vez tuvo antes. No estoy diciendo que las cosas siempre han estado bien o que hayan sido correctas, ni tampoco creo que alguna vez en el pasado existiera una Era perfecta, pero cuando se trata del tema de la moralidad en nuestra cultura, en particular en cuanto a los valores sexuales, la cosmovisión judeocristiana ejerció una influencia sobre las normas de la cultura, haciendo que se aceptaran como cosas “correctas” que se podían hacer y que la gente “buena” hacía. Ese consenso ya no existe.
Y si ese consenso ya no existe, no podemos seguir apelando a “como todos saben, hacer esto es correcto” y “esto es lo que hacen los chicos buenos” porque en la perspectiva de nuestra cultura los chicos buenos ahora están haciendo más y más cosas que los cristianos no creen, y valoran cada vez más las cosas que los cristianos no valoran.
Por lo tanto, en esta nueva realidad necesitamos algunas cosas clave, tales como:
· Un mayor cimiento en la cosmovisión de lo que creen los cristianos y por qué.
· Una comprensión de las Escrituras y de lo que enseñan las Escrituras y por qué.
· Una cosmovisión que diga a los niños y a los adolescentes: “Tú haces estas cosas no porque sean las cosas que los niños ‘buenos’ hacen, sino porque somos seguidores de Jesús y en algunos aspectos vivimos diferente al mundo”.
No sea apologético
No pediremos excusas por hablar acerca del quebrantamiento del mundo, nuestra cultura y nosotros mismos.
La realidad es que si nos aferramos a una norma de superioridad moral, entonces llevaremos a nuestros hijos a la desesperación o al orgullo, desesperados por no poder vivir de acuerdo a esto u orgullosos por vivir así. Ambos son pecados, aunque son expresiones diferentes de pecado.
En su lugar, una mejor manera de hacerlo es ayudar a nuestros hijos a reconocer que todos somos pecadores y que todos luchamos con el pecado: que el quebrantamiento impacta quiénes somos y esto impacta nuestra moralidad. Pero quizá, y tal vez hasta más importante incluso en este momento, es impactarlos a ellos, y si eso les impactara, plantearlo de una manera humilde, reconociendo el quebrantamiento del mundo y de los individuos, nos hará depender por gracia en la obra de Cristo en medio de este mundo caído.
Rompa la tiranía de la conformidad
Necesitamos romper la tiranía de la conformidad que tanto prevalece en las vidas de nuestros hijos.
Cuando yo era joven, lo más aterrador era ser diferente a todos los demás. Desde luego, a medida que envejecemos cambia la realidad de esto y uno está mucho más dispuesto a ser diferente. Pero son muchos los niños y los adolescentes que a menudo funcionan como el muy conocido proverbio japonés: “La puntilla que sobresale es la que van a martillar”. Por lo tanto, ellos se exceden, trabajando duro para encajar bien. Sin embargo, eso no funciona para el cristiano.
Entonces, veamos las enseñanzas de las Escrituras que nos dicen cómo nosotros brillamos como la luz en el mundo de las tinieblas y cómo sobresalimos, reflejando la luz de Cristo, en medio de una cultura obscura (vea Filipenses 2:15).
Acepte temprano, y a menudo, la idea de que la conformidad no es un valor, sino que, por el contrario, nosotros debemos conformarnos a la imagen de Jesús.
Hable de sus propias imperfecciones
Tenemos que contarles a nuestros hijos nuestras luchas, quebrantamientos y fallos de manera que ellos puedan ver que somos criaturas imperfectas que buscan seguir a un Dios perfecto y Sus normas.
La realidad es que usted y yo nos hemos equivocado o hemos hechos cosas que tal vez nuestros hijos no sepan, hemos tenido tentaciones o hasta hemos sucumbido ante alguna tentación. Así que cuando sea apropiado, queremos contarlo. Cuando surja la oportunidad, queremos ser compañeros luchadores, sí, luchando en diferentes momentos y de diferentes formas, pero compañeros luchando en medio de un mundo quebrantado.
Seguir adelante
Así que, en conclusión, el consejo de este artículo se puede resumir en una sola cosa, enseñe a sus hijos a reconocer que somos personas peculiares, “para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). Como personas peculiares, tenemos que abrazar las diferencias para encontrar un camino mejor, un camino que esté enraizado en la identidad de quiénes somos en Cristo, un camino firmemente anclado en quién es Dios y que, al igual que nuestro Creador, quiere formarnos para llevarnos por un camino mejor.
Él nos creó, por lo tanto, Él nos conoce, y porque Él nos conoce, nos da directrices para guiarnos. Estas guías son dignas de vivirse en un mundo quebrantado.
En medio de esta nueva moralidad nosotros volvemos a la moralidad que está enraizada, ni siquiera en la historia, sino en última instancia en la naturaleza del mismo Dios. Quiénes somos en Cristo forma la manera en que vivimos y cómo vivimos es diferente a la manera en que vive el mundo que nos rodea.
Así es como debemos criar a nuestros hijos en una cultura confusa.
Ed Stetzer es el Director ejecutivo de Investigación Lifeway, un autor prolífico, y bien conocido conferencista y líder de seminario. Ed ha plantado, revitalizado y pastoreado iglesias, ha preparado a pastores y plantadores de iglesia en seis continentes, tiene dos maestrías y dos doctorados, y ha escrito docenas de artículos y libros. Ed también sirve como Pastor Líder de la Iglesia Grace, en Hendersonville, TN.