Nuestros niños y nuestras familias están expuestos a tanto quebrantamiento en nuestro mundo. Como líderes, a menudo nos encontramos en situaciones en las que necesitamos hablar sobre las circunstancias difíciles que están sucediendo en la vida de un niño o en la cultura en general. Si bien cada situación es única, a continuación, se ofrecen algunos consejos para que usted y su equipo estén preparados para aquellos momentos en los que se encuentren respondiendo a una crisis o tragedias difíciles.
- Mantén la calma y modela esa calma en tu voz, expresiones faciales y lenguaje corporal. Refuerza que este es un lugar seguro para que los niños procesen sus emociones y sentimientos. Ten en cuenta que los niños pueden estar procesando mental y emocionalmente una situación de manera diferente.
- Sé sensible, sabiendo que algunos niños tendrán emociones más intensas que otros. Sé receptivo y escucha a los niños que tienen dificultades y tienen preguntas.
- Participa en conversaciones en pequeñas dosis. La capacidad de un niño para permanecer en una conversación difícil suele ser menor que la capacidad de un adulto. Busca señales de que el niño está listo para terminar la conversación (como cambiar la mirada, dejar de responder, buscar una distracción) y permite que la conversación sea breve si es necesario.
- Deja que los niños lideren la conversación. Los niños a menudo formulan las preguntas de manera que indican que están preparados para escuchar la información que piden. Responde las preguntas de manera objetiva, honesta y apropiada para su edad. Ten en cuenta que los niños de diferentes grupos de edad y etapas de aprendizaje procesarán la información y las emociones de manera diferente. Si tu grupo incluye niños de diferentes edades, ten líderes adicionales disponibles para dirigir las actividades y, al mismo tiempo, muéstrate disponible para los niños que necesitan hablar y procesar.
- Permite que los niños sientan sus emociones, pero no proceses sus emociones con ellos. Está bien simpatizar con los niños, pero manten el foco y la atención en el niño en lugar de procesar sus propias emociones.
- Mantén la rutina y la estructura. En situaciones que los niños no pueden controlar, prosperan con hábitos regulares. Les va mejor cuando hay normalidad y coherencia en sus ritmos cotidianos. Ayúdalos a identificar qué pueden controlar y guía a los niños en sus expectativas habituales mientras están bajo tu supervisión.
- Sé honesto. Admite cuando no tengas todas las respuestas y guía a los niños a confiar en el carácter de Dios, no en nuestras circunstancias.
- Ayuda a que los niños avancen hacia un propósito. Muchos niños querrán responder mediante la acción. Considera cómo animar a los niños involucrándolos para que ayuden de manera apropiada para su edad. Los ejemplos pueden incluir orar con y por aquellos más cercanos a la situación, escribir tarjetas o interactuar con la comunidad.
- Prepárate para orar con los niños. En tiempos de crisis o tragedia, considera reservar tiempo y espacio adicional en ritmos regulares para orar con los niños y junto a ellos, permitiéndoles orar y expresar sus pensamientos y súplicas a Dios también.
Mientras lideramos, preparemos nuestro corazón y nuestra mente para estar listos cuando seamos llamados a responder en situaciones trágicas con sensibilidad, honestidad y humildad, confiando en el carácter de Dios y guiando a los niños a acercarse a Él durante el dolor o la confusión.