Por: Daniel Kinkade
Los niños necesitan a Jesús. De hecho, todos lo necesitamos. Que nunca perdamos de vista el hecho de que hay poder en que nuestros hijos sepan que el Dios sobre el que cantan en la iglesia los cuida y los ama. La parte más crucial del ministerio infantil es compartir el evangelio con ellos de una manera apropiada para su edad y que glorifique a Dios.
A continuación, he enumerado tres preguntas comunes que se escuchan a menudo cuando se trata de niños que hacen preguntas sobre Jesús, la salvación, el bautismo, etc. Luego ofrezco una manera potencialmente más efectiva de hacer estas preguntas. Aprendamos y crezcamos todos juntos.
Pregunta común: ¿Estoy listo para compartir el evangelio con los niños? A veces puede parecer abrumador compartir tu fe con un niño. Claro, sabes que es una bendición, pero tal vez estés acostumbrado y te sientas más cómodo comunicándote con adultos que con niños o estudiantes. No permitas que el miedo te lleve a esto. Quizás nunca te sientas listo, pero el Señor quiere usarte.
Mejor pregunta: ¿Estoy dispuesto a ser usado por Dios y estoy equipado para compartir el evangelio con los niños? La clave es tener un espíritu dispuesto y estar dispuesto a ser equipado y entrenado. Compartir tu fe con un niño es muy diferente a compartirla con un adulto. Cómo y qué dices importa. Debemos recordar que compartir nuestra fe y llevar a un niño al Señor no es imposible, sino más bien un honor increíble.
Pregunta común: ¿Tiene este niño la edad suficiente para entender el evangelio? Entiendo el corazón detrás de esta pregunta. Realmente lo entiendo. Como líderes ministeriales y padres, todos queremos que los niños comprendan lo que hacen cuando le piden a Jesús que sea su Señor y Salvador. Sin embargo, creo que a veces nos concentramos demasiado en el número y la edad reales antes de escuchar a un niño. Los padres suelen decir: «Simplemente son demasiado jóvenes y aún no están preparados». Si bien aquí suele haber un discernimiento sabio, no nos dejemos atrapar por: «Son solo siete… no pueden saber lo que están haciendo».
Mejor pregunta: ¿Puede este niño explicarme quién es Jesús, qué hizo en la cruz y por qué es importante? Si un niño puede hacer esto a la edad de 7 u 8 años, entonces genial. Ten una conversación sobre el evangelio con ellos y ayúdelos a tomar la mejor decisión que jamás puedan tomar. Algunos niños no podrán hacer esto hasta que sean mayores. ¡La edad no es lo más importante aquí porque cada niño es diferente! La parte más importante es discernir si el niño comprende plenamente el evangelio. Cuando nos apresuramos en esto, los niños no saben realmente lo que están haciendo y luego, cuando cumplen 16 años, dicen: «Simplemente hice eso porque pensé que debía hacerlo». Es muy importante que nos tomemos el tiempo para tener varias conversaciones con los niños para asegurarnos de que estén preparados. Desde mi experiencia personal, he descubierto que la mejor manera de hacerlo es tener una conversación tanto con el niño como con los padres en la sala.
Pregunta común: ¿Cómo puedo simplificar el evangelio para que este niño lo entienda? En mi opinión, usar palabras como «simplificar» y «diluir» no comunican realmente lo que estamos tratando de hacer. Es crucial que les demos a los niños la imagen COMPLETA del evangelio y no solo una instantánea porque sentimos que no pueden captarla.
Mejor pregunta: ¿Cómo puedo explicarle claramente el mensaje transformador de Jesucristo a este niño? No lo simplifiques simplemente, sé muy claro. ¿Ser apropiado para la edad? Absolutamente. Muévete más lento en lugar de más rápido para asegurarte de que te sigan. Haz un montón de preguntas. Escucha mucho. Ora como loco antes y después. Cuando explicamos claramente el evangelio y oramos para que el Espíritu Santo se mueva en los corazones y en las vidas, pueden suceder grandes cosas.
Compartir el mensaje transformador de vidas de Jesucristo con los niños es un honor y una bendición. ¡Que los ministerios infantiles de todo el mundo sean intencionales y proactivos en este gran esfuerzo!
Daniel Kinkade
Daniel se emociona ante la oportunidad de pastorear a las personas, ya sea mediante la palabra escrita o liderando familias, para que experimenten el evangelio transformador de Jesucristo. Después de más de una década de experiencia en el ministerio juvenil y familiar, alcanzar y discipular a la próxima generación aún acelera su ritmo. Su pasión por la palabra escrita, la iglesia local y ver vidas transformadas por el poder delevangelio se unen en dos capacidades actuales: primero, como redactor en el sector sin fines de lucro, y segundo, como pastor asociado bivocacional. Especializado en ministerio familiar y de grupos pequeños.