Puede que hables con tu pastor todos los días o solo una vez a la semana. Puede que lo admires o que a veces te cueste entenderlo. Pero todos tenemos un pastor, y debemos trabajar junto a él.
Sí, la lucha es real, ¡pero ánimo, amigos! La Biblia nos recuerda:
“Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efesios 6:12, NVI).
Tal vez no siempre sientas que estás luchando con tu pastor, pero en algún momento seguro ha pasado. Y créeme, tu pastor también lucha contigo. Nunca he sido pastora, pero estoy convencida de que hay cosas que él quisiera que entendieras mejor. Aquí van cinco de ellas:
1. Tu pastor necesita escuchar buenas noticias de ti
Muchas veces solo le compartimos quejas: voluntarios que faltan, problemas con padres, presupuestos. Haz un esfuerzo por contarle cada semana algo positivo: una familia nueva que llegó, un niño que tomó una decisión por Cristo, un maestro que impactó a su grupo. Dale razones para sonreír con lo que Dios está haciendo en tu ministerio.
2. Será tu defensor, si lo dejas
Cuando algo malo suceda, cuéntaselo tú antes de que lo escuche de alguien molesto. Así podrá apoyarte y confiar más en ti. La mayoría de las veces no es tan grave como imaginas.
3. Él también necesita ánimo
Tu pastor recibe muchas más críticas de las que imaginas. A veces todos creen que ya recibe suficiente reconocimiento, y nadie le dice nada. Sé tú quien le recuerde lo valioso que es su ministerio. Un “gracias” sincero puede marcar la diferencia.
4. Necesita tu lealtad
Siempre habrá conversaciones negativas sobre el pastor o sus decisiones. No te unas a ellas. Defiéndelo o, al menos, deja claro que no participarás en hablar mal de él. Mejor aún, anima a quien se queja a hablar directamente con él. Eso sí es bíblico.
5. Es humano
Sí, comete errores. No siempre nota lo que haces, no puede ir a todos los eventos, y a veces pierde la paciencia. Pero no lo tomes personal. Dale gracia, así como deseas que él la tenga contigo.
Un detalle más
Tu pastor necesita que ames a su familia, especialmente a sus hijos. Ser “hijos de pastor” es difícil y muchas veces viven bajo presión. Ámalos, cuídalos y trátalos con un poco más de gracia.
✍️ Klista Storts sirve como Especialista Editorial en Lifeway Kids. Antes trabajó como especialista en ministerios de preescolar en la Convención Bautista de Tennessee y como directora de ministerios de preescolar en iglesias en Oklahoma y Tennessee. Tiene un gran deseo de equipar a líderes para compartir el amor de Cristo y sentar bases firmes en la vida de los niños.
