Por Gary J. Oliver
Pregunta:
Cuando mi hijo hace algo que lo pone en peligro, a menudo reacciono de manera que comunico ira en lugar de compasión y preocupación. ¿Alguna sugerencia en cuanto a cómo puedo cambiar este patrón?
Respuesta:
Cuando mi hijo menor, Andrés, era pequeño le gustaba ir a la piscina, pero que no entendía por qué no lo dejaba saltar en la parte profunda de la piscina junto a sus hermanos mayores. Siempre lo llevaba a la piscina para niños pequeños.
Un día, cuando estábamos todos en el vestuario preparándonos para nadar, lo vi colarse por la puerta, dirigirse a la piscina grande, mirar a su alrededor y saltar.
Cuando salió a tomar aire, tenía una mirada de pánico en su rostro y trató de decir mi nombre, pero en vez tomó una bocanada de agua. Inmediatamente salté en la piscina, lo acerqué a la superficie y lo sostuve cerca de mí. No lo regañé, avergoncé y tampoco levanté mi voz.
Lo senté a la orilla de la piscina, tomé su pequeño rostro en mis manos, dije una breve oración, y le pregunté: “¿Fue divertido?” Su temerosa mirada respondió mi pregunta. Mi siguiente pregunta fue: “¿Por qué no?”, e inmediatamente le dije “Ahora, ¿entiendes por qué no podía dejarte saltar en la piscina grande?” Andrés sacudió su pequeña cabeza de arriba a abajo.
Esa noche, mientras le deseaba buenas noches, tomé su mano y agradecí a Dios por haber estado ahí para cuidar a Andrés tal como la Biblia dice que Dios siempre vela por nosotros.
Andrés no trató de saltar en el lado profundo de la piscina hasta varios meses después, cuando yo estaba en el agua con los brazos abiertos animándolo a saltar. Nuestros hijos tendrán muchas situaciones de “aguas profundas” en la vida.
Con la ayuda de Dios, podemos reconocer esas situaciones como una oportunidad única para el aprendizaje y nos pueden reentrenar a nosotros mismos a no reaccionar, sino que a responder, a estar presentes con nuestros brazos abiertos y listos para ser usados por Dios para ayudarles a aprender a nuestros hijos otra lección sobre nuestro amor y el amor de su Padre celestial.
Usted puede aprender a buscar y aprovechar estos momentos, no solo para corregir, sino que para llevar a los niños a ser más conscientes del amor el Buen Pastor.
Gary J. Oliver es el director ejecutivo del Centro para enriquecimiento de relaciones interpersonales. Es profesor universitario y de seminario y es autor de más de 20 libros incluyendo Mad About Us: Moving From Anger to Intimacy y Raising Sons and Loving It! Conozca más del ministerio de Gary en liferelationships.com.